Mucho se está hablando de la crisis económica mundial y de la recesión, especialmente en el llamado mundo occidental. El sector de la seguridad no está exento de verse afectado por esta coyuntura –aunque si las empresas hicieran un un riguroso análisis del potencial Retorno de la Inversión en Seguridad (ROSI) debería salir incluso beneficiado–, pero ello no es un mal general en todos los países, como en el caso de los llamado emergentes, entre los que podríamos incluir a los BRIC o Latinoamérica en general.
Estos países, tienen ahora la oportunidad para dar el esperado y merecido salto adelante que les permita acortar algo las distancias y acercarse al soñado estado de bienestar de una forma más o menos rápida y generalizada. Eso sí, el crecimiento rápido no está exento de tener que acarrear con ciertas lacras que suelen acompañarle, como el aumento de la inseguridad y las dificultades para adaptar los medios y procedimientos a los distintos y más complejos riesgos a los que tiene que enfrentarse una sociedad en estado de rápida evolución. Así, a los empresarios privados españoles y, también por supuesto, a algunos organismos públicos, se les hace más necesario que nunca mirar hacia América Latina en un legítimo afán por encontrar nuevos mercados, allí donde parece ser que están emergiendo con fuerza.
Una zona en la que, como dice el Doctor y profesor argentino Edgardo Frigo, el sector de la seguridad privada es creador de una enorme cantidad de empleo y gran pagador de impuestos. Perfecta base para conseguir la prosperidad.
En el Congreso Mundial de Seguridad celebrado en Cartagena de Indias el pasado noviembre, tuvimos la oportunidad e escuchar los problemas, retos e ilusiones a los que se enfrentan la mayoría de los países latinoamericanos; apreciándose claramente la tendencia a mirar hacia fuera y tratar de ver cómo otros países más desarrollados se habían enfrentado a problemas similares. En este aspecto, la cultura común, el desarrollo histórico y los importantes lazos económicos, hacen que España tenga mucho que aportar al sector de la seguridad en Latinoamérica y también, por qué no, muchos beneficios que obtener del intercambio.
Pero, que nadie piense que es tarea fácil y que es cuestión de aparecer con un muestrario de sofisticados servicios y grandilocuentes ideas como si de abalorios y cuentas de cristal se tratase, esperando ser recibidos por unos deslumbrados clientes dispuestos a entregar a cambio y sin preguntas su oro y plata que tanto les ha costado ganar.
La realidad es completamente diferente y sería precisamente el desconocimiento de esa realidad lo que podría llevarnos a malgastar nuestro esfuerzo y dinero, en una inversión de negocio que probablemente estaría abocada a un espectacular fracaso que no debemos ni podemos permitirnos.
Apoyo e inversión en seguridad en LATAM
El tema de la complejidad del negocio de la seguridad en LATAM es demasiado amplio para pretender ser estudiado en estas cortas líneas, pero quisiera al menos plasmar un pequeño esbozo que, a modo de punta de iceberg, nos permita entrever los entresijos de un sistema necesitado de apoyo e inversión extranjera pero que solo resultará permeable si se actúa con un profundo conocimiento de la situación real.
A este respecto, es fundamental abordar la empresa con el apoyo de especialistas en la materia, sin conformarnos con que nos sirvan como simples “abrepuertas”, sino como verdaderos integradores de negocio sólidamente enraizados en las dos orillas. Espero que estas líneas sirvan para mostrar al menos algunos de los puntos que pueden ser importantes para pensar en ellos cuando miramos hacia el otro lado del océano, más allá de la estereotipada y sesgada visión que nos suelen proporcionar algunos medios de información.
Un primer aspecto a tener en cuenta, es la diversidad de modelos de negocio que pueden plantearse a la hora de estudiar el proyecto. Para las empresas que ya están establecidas en la zona o para las que desean establecerse con un importante despliegue de medios y personas y que necesitan principalmente asegurar la integridad de sus propios activos desplegados, se plantean aspectos muy distintos de los que se contemplarían en el caso de una empresa de servicios de seguridad en LATAM que quisiera extender sus servicios en esa zona o si se trata de exportar equipamientos de seguridad o tecnología de alto nivel.
En cualquier caso, para tener unas mínimas garantías de éxito, se trata de estudiar la estrategia, la estructura y los procesos que mejor se adapten a la idea empresarial en connivencia con las especificidades inherentes a la zona o país donde queramos establecernos.
En LATAM, la Seguridad Privada está expandiéndose de forma muy rápida y ello provoca a veces cambios de rumbo que pueden despistar, e incluso desanimar, a los potenciales inversores extranjeros. Esto, sin embargo, no debiera ser un obstáculo importante si fuésemos, al menos, capaces de predecir, e incluso provocar o potenciar, los cambios legislativos, normativos y de mercado que se suelen producir con tanta frecuencia.
Esto, nos lleva ya a uno de los temas más importantes a los que nos tendríamos que enfrentar: las diversas y complejas legislaciones sobre la materia –o la carencia de ellas- que nos encontraremos en los distintos países del área.
Marco legislativo y cultural
Así, la normativa en materia de seguridad en LATAM debe contemplarse dentro de un marco legislativo y cultural que abarca desde las propias Constituciones de cada nación, hasta las meras normativas industriales y pasando por las diversas leyes y reglamentos de Seguridad Pública, bastante diferentes en cada país, e incluso, en algunos países, con legislación propia en cada Estado con más complejidad aún que las que conocemos de nuestras propias Autonomías.
Seguramente sería difícil entender esa cultura de seguridad en LATAM si no se conoce bien la región y comprender cómo es posible que se den polémicos casos como el de Argentina, ordenando el desarme de la policía federal en el control de disturbios y dejando a los policías enfrentarse a verdaderos delincuentes armados infiltrados en las manifestaciones; o la polémica surgida últimamente en Colombia al plantearse retirar las armas de la mayoría de los Vigilantes de Seguridad Privada en un territorio en el que hay, registradas, más de 600.000 armas de fuego en manos de particulares o donde todos los motoristas y sus acompañantes deben obligatoriamente llevar, con enormes y visibles caracteres, la matrícula de sus motocicletas escrita en sus chaquetas y cascos como único sistema para paliar el número de asesinatos perpetrados por sicarios motorizados.
¿Quién no se ha sentido sorprendido por la práctica desmantelación del sistema de Inteligencia militar de Colombia ocurrida hace pocos meses?
También nos podría sorprender la actitud de la policía y los gobernantes de Salvador de Bahía donde hace pocos días, una huelga inusitada de los propios policías ha llevado la ciudad al caos con multitud de asaltos y asesinatos y pudiera haberse transmitido al resto de la nación como un reguero de pólvora.
Como estos, hay multitud de ejemplos que muestran la dificultad de comprensión a la hora de tratar de incardinar nuestros negocios en tan compleja y diferente sociedad, donde la corrupción y el clientelismo son por desgracia una de sus principales lacras, aunque la mayoría de los gobiernos actuales están poniendo todo su esfuerzo en erradicar esas prácticas que hacen que la ciudadanía tenga una imagen distorsionada del servicio público y se dificulte la cooperación con la policía.
Es una cuestión de confianza mutua o, mejor dicho, de falta de ella. En este aspecto, la presencia de empresas extranjeras también podría ayudar a ofrecer algo más de transparencia de la que normalmente están habituados
Tampoco hay que olvidar que una parte importante a tener en cuenta, dentro de la complejidad legal, sería el conseguir adecuar los procedimientos de uso común en Latinoamérica a los requisitos a que nos obligan las normativas españolas y europeas, lo que no siempre es fácil de conseguir.
Un ejemplo de ello podría ser los problemas que aún plantean las diferentes normativas en cuestión de protección de datos que, si bien está evolucionando rápidamente en algunos países, aún quedan lejos de las exigencias europeas. En este contexto, no podemos dejar de lado el pilar fundamental en que debe basarse todo sistema de seguridad y que es el de la Seguridad de la Información, abarcando en él todas las materias que se nos puedan ocurrir.
Ya prácticamente no hay sistema físico que no se apoye en alguno lógico y que, por tanto, acabe dependiendo de éste para su eficacia y supervivencia. Esta integración de sistemas convergentes es sin duda una de las asignaturas pendientes más cruciales con la que podemos encontrarnos en estos países.
Por otro lado, uno de los mayores retos que tienen los países latinoamericanos es conseguir la necesaria cooperación e integración de las fuerzas de Seguridad Pública con los medios de Seguridad Privada. Sin embargo, en Latinoamérica, se están agotando las posibilidades de crecimiento de las prestaciones proporcionadas por la Seguridad Pública y se prevé que, irremediablemente, se produzca un espectacular aumento de las necesidades de Seguridad Privada.
Pero, no es fácil integrar ambas fuerzas de forma coordinada y en busca de un objetivo común, sin caer en la posibilidad de que se creen fuerzas cuasi paramilitares de las que ya hemos tenido suficientes ejemplos en el pasado y que aún se arrastran hoy día.
Confianza bidireccional
Antes hemos comentado que en el fondo es un asunto de confianza entre las partes, pero no de forma unidireccional. En el largo camino para conseguir integrar al ciudadano en el sistema de seguridad de una nación, se ha de pasar por un punto necesario que está resultando ser un escollo importante en algunos países: la cooperación bidireccional ente la Seguridad Pública y la Seguridad Privada.
A este respecto, España puede ser exportadora de estos sistemas ya que ha logrado grandes avances en seguridad, gracias en parte a los programas de cooperación entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y las empresas adscritas a esos programas (COOPERA de la Guardia Civil o el Plan Estratégico de Seguridad Privada de la Policía Nacional) además del auge de la cooperación ciudadana basada en gran parte en la confianza que la gente tiene en sus policías.
En Latinoamérica también hay casos parecidos, como en Colombia, que ya es consciente del fin del monopolio del Estado en materia de seguridad y, por consiguiente, de la necesidad de cooperación con el sector privado. Para ello ha creado el programa de “SuperVigilancia” apoyado en organismos internacionales como Naciones Unidas, a través de UN-LiREC y UNDOC, que buscan la corresponsabilidad de la Seguridad Privada con la Pública. Eso si, que no piensen que con decir que la policía va a confiar en la seguridad privada lo tienen todo resuelto; más difícil puede ser que la seguridad privada confíe en la policía. Ya lo hemos dicho: bidireccionalidad es la respuesta.
No obstante, la acuciante necesidad de los países latinoamericanos de mejorar sus sistemas de seguridad pública y privada, ofrece una oportunidad única a aquellas empresas que sean capaces sortear estos escollos y abrir brecha en un mundo plagado de oportunidades y, aunque receloso, más o menos abierto a aceptar la ayuda extranjera.
Como otros ejemplos de las muchas oportunidades de negocio existentes, podríamos destacar alguno como la cooperación en formación, en la que se podría hacer una gran labor en la divulgación de conceptos globales y convergentes de seguridad que podría abarcar un amplio espectro de cursos, que van desde los masters universitarios en Seguridad Global a la aplicación de procedimientos operativos que mejorarían la imagen de los Vigilantes de Seguridad y les permitirían adaptarse a técnicas modernas de disuasión y actuación operativa.
Tampoco habría que olvidar la necesidad que tienen de formación, lo crean o no, los directivos de las empresas que conseguirían mejorar la propia seguridad personal, así como una mejor comprensión de la gestión de la seguridad empresarial, lo que sin duda les ahorraría una buena cantidad de dinero y disgustos.
Ya hemos comentado que el tema se puede hacer muy largo, pero no deberíamos dejar de apuntar al menos otro gran tema que podría ser ciertamente interesante. La gestión de crisis en todos sus aspectos de la planificación, prevención, gestión o recuperación; tanto en desastres naturales, como debacles empresariales o crisis informáticas. España, está muy cualificada para exportar su conocimiento en la gestión de las crisis, así como la aportación de maquinaria y materiales especiales para paliar el efecto de los desastres.
Un buen ejemplo de ello es la gran cantidad de visitas con ánimo de captar conocimientos que tiene la Unidad Militar de Emergencias española por parte de delegaciones latinoamericanas. Por supuesto, detrás de la UME, no hay duda que subyacen muchas empresas españolas que bien podrían exportar sus medios y conocimientos a otros países.
Apoyo en la Inteligencia y seguridad en LATAM
No quisiera finalizar sin dejar la puerta abierta al menos a otros temas que pudieran ser objeto de estudio desde el punto de vista de una interesante oferta de servicios de seguridad en LATAM. La protección del patrimonio histórico y cultural, tan amplio como a veces desprotegido en esas tierras y la protección de las Infraestructuras Críticas en un ambiente de enormes carencias y gran dificultad de reposición en caso de desastre.
Y todo ello, como no, apoyado en el discutido y delicado pedestal de la Inteligencia Económica o Empresarial con la complejidad que suscita trabajar fuera de las fronteras habituales, pero, los oponentes no suelen entender de fronteras y los riesgos son multinacionales.
Reto difícil, pero tal vez necesario.
Como conclusión, unos escuetos puntos. Latinoamérica es tierra de buenas oportunidades para el sector de la seguridad, no obstante, es necesario un profundo conocimiento del medio en el que nos tenemos que mover y ser capaces de ofertar algo novedoso y puntero, que sea capaz de ofrecer un valor añadido que no se pudiera encontrar en los seguramente mucho más baratos proveedores locales.
Tampoco hay que olvidar que se trata de ofrecer un sistema de cooperación empresarial, totalmente alejado de cualquier sensación de colonización económica y mucho menos de externalización de la seguridad en LATAM, lo que no piensan consentir y, además, sus leyes son bastantes restrictivas en esa materia.
Una buena aproximación sería la de trabajar con empresas u organismos oficiales locales en una “Joint venture” provechosa para todos.
Socio fundador de Global Technology