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El tema de Inteligencia empresarial, visto como una capacidad de la que se deben dotar las empresas para elevar y mantener un adecuado nivel de seguridad y disponer de las herramientas de conocimiento pertinentes que las posicionen adecuadamente en la parrilla competitiva, no deja muchas dudas sobre la conveniencia de incluirla entre nuestras capacidades. El problema ahora es encontrar el camino para acceder a este importante valor, que puede significar la diferencia entre el éxito y el fracaso del proyecto empresarial.

En un artículo anterior (Seguritecnia, noviembre 2013) comentábamos las posibilidades que tenían las empresas, sobre todo aquellas con intereses fuera de nuestras fronteras, para ser apoyadas por las instituciones nacionales en temas de Inteligencia. Este tipo de apoyo entendíamos que era de gran importancia y transcendencia para mejorar su capacidad de toma de decisiones –buenas y a tiempo– y aumentar por consiguiente su competitividad, especialmente ante empresas extranjeras.

Prácticamente, parece indiscutible la conveniencia de prestar y disponer de esta capacidad, aunque se podría entender más un apoyo de las instituciones nacionales en asuntos extrafronterizos que un apoyo dentro de nuestras fronteras, lo que podría implicar la preponderancia de una empresa sobre otra, ambas nacionales, en un injusto y discriminatorio apoyo selectivo. En estos casos, necesitaremos otras soluciones para cubrir nuestras necesidades fuera del ámbito institucional.

Estas posibles soluciones pasan por buscar esas capacidades en el ámbito de las consultorías privadas de Inteligencia empresarial o crear, organizativa y funcionalmente un departamento interno capaz de gestionarla, para lo que seguramente necesitará también una asesoría externa al menos en sus primeras fases de creación y puesta en marcha.

Aunque también, en determinados casos en que se puede hacer necesaria la participación de las instituciones, las consultorías de Inteligencia podrían cumplir la función de actuar de interface entre el mundo institucional relacionado con la información e Inteligencia y las empresas a las que les suele resultar algo complicado acceder y navegar en esas desconocidas aguas.

Las consultorías de Inteligencia privadas tienen el objetivo de ofrecer unos servicios acordes con las necesidades que demanda el mundo empresarial en estos aspectos y que luego comentaremos. Estas consultorías se dotan de los expertos en Inteligencia necesarios para gestionar el llamado Ciclo de Inteligencia de una forma completa, eficaz y en todas las fases del mismo (dirección y planificación, obtención, proceso y análisis, difusión, toma de decisiones y vuelta a empezar).

Asimismo, es imprescindible que cuenten con buenos analistas especializados en diversos temas y con las herramientas de recopilación y análisis que puedan servir de ayuda a éstos en su lidia con el apabullante mundo del big data.

Así, como ya se sabe, la competencia entre empresas se basa en múltiples y muy variados factores enormemente relacionados entre sí. Entre estos factores, no hay duda que la capacidad de toma de decisiones, como ya hemos dicho, juega un papel primordial para conseguir y aumentar la superioridad competitiva.

Esta capacidad, para que adquiera un verdadero valor, deberá contar con un sistema de Inteligencia empresarial que proporcione las bases en las que apoyar el proceso de la decisión que, de otra forma, dejaría demasiadas acciones cojas de fundamentos, cuando no al albur de la intuición o alocadas y gratuitas especulaciones. El ejercicio de esta capacidad crea un escenario en el que la obtención y protección de la información, base de la Inteligencia, se convierte en un objetivo estratégico que las empresas no pueden obviar.

Por ello resulta muy conveniente, y prácticamente imprescindible, incluir la gestión de contrainteligencia basada al menos en conocer las propias vulnerabilidades y carencias en temas de seguridad de la información.

Estas vulnerabilidades, muchas veces de fácil corrección, pueden ser una ventana abierta al exterior que facilite sobremanera el trabajo de Inteligencia de la competencia, haciéndonos transparentes en nuestras estrategias, métodos y debilidades, lo que no sería nada de desear en este competitivo mundo.

Además del apoyo a la toma de decisiones en el ámbito económico y empresarial que supone la capacidad de Inteligencia, no hay que olvidar que todos los sistemas de seguridad debieran estar apoyados por una base de Inteligencia si quieren llegar a conseguir un elevado nivel de eficacia más allá de la mera vigilancia disuasoria y correctiva. La Inteligencia es, por consiguiente, parte indiscutible de la seguridad que debe ser considerada como un elemento de la misma y ser tratado en convergencia con el resto de sus disciplinas. Así, las empresas de seguridad, que ya superaron la fase de integración de las disciplinas física y lógica, están actualmente explorando el campo de la Inteligencia, tanto en apoyo a sus propios sistemas como para ofertar otro servicio a sus propios clientes, potenciador de la seguridad, que proporciona un valor añadido a las hasta ahora típicas soluciones de seguridad ofertadas.

Para ello, las empresas de seguridad se están empezando a dotar de esta importante capacidad, normalmente por subcontratación de forma externalizada de este servicio, aunque no sería de extrañar que, en el futuro, y viendo el auge que está tomando el tema, acaben incorporando a sus organizaciones algún departamento con esta especialización.
Intelogencia privada empresarial
Ahora bien, no todo vale para todo y debemos encontrar la talla y modelo de traje que se pueda ajustar a cada uno. De la misma forma, estoy seguro de que cada empresa podrá encontrar el modelo de gestión de Inteligencia que mejor se adapte a sus necesidades, sin dejar que la frían a picotazos, ni ponerse a matar moscas a cañonazos.

Los modelos pueden ser muchos y muy variados, tantos como combinaciones podamos formar entre aspiraciones, riesgos y capacidad de inversión para alcanzar nuestros objetivos.

En este amplio espectro, se puede abrir un prolijo abanico que vaya desde un sistema de gestión de Inteligencia en el ámbito internacional, con aspiraciones de adquirir unos conocimientos exhaustivos en los más intrincados temas económicos, societarios o competitivos, hasta la mucho más modesta aspiración de querer saber al menos de qué va el mundo que nos rodea en nuestro entorno más cercano y que pudiera influir en una pequeña o mediana empresa en sus posibilidades de ventas, amenazas, reputación o competencia inmediata.

Podemos así estar hablando desde la contratación o creación de una completa capacidad de Inteligencia de alto nivel, hasta la simple, o no tan simple, capacidad de análisis de las redes sociales y otras fuentes abiertas que sin duda nos afectan a todos de forma cada vez más acuciante.

Llegados a este punto, nos deberíamos plantear las ventajas o desventajas que nos puede suponer la contratación de los servicios de una consultoría de Inteligencia y qué podemos esperar, y que no, de las capacidades que nos pueden ofrecer, aunque a veces las consultoras pequen de un exceso de optimismo en sus propias capacidades o ambición empresarial. Por ello, a la hora de decidirse por los servicios de una u otra consultoría, se deben evaluar las capacidades reales de éstas, así como las especializaciones de sus servicios y el ámbito en el que se mueven.

Es importante constatar de alguna forma el nivel de sus gestores y analistas, su experiencia real, así como los informes preliminares que puedan ofrecer y que nos darán una muestra de lo que se puede esperar en el futuro.

Necesidades

En cuestiones de servicios, las consultoras de Inteligencia normalmente disponen de un amplio porfolio que en el fondo no es sino un desgaje de lo que pudiera comprender un Ciclo de Inteligencia completo y una recopilación de los temas más importantes sobre los que los empresarios desearían disponer de información elaborada, en tiempo y forma, para que pueda ser explotada con arreglo a sus necesidades.

Por tanto, podemos hablar de servicios que, desglosados de la forma y con el detalle que se quiera, vienen simplemente a definir la misión a la que sirven, que no es otra que paliar las necesidades de Inteligencia de las empresas.

No sería posible aquí hacer un listado exhaustivo de estas necesidades, pero podríamos simplificar en aquellas relacionadas con el proceso de toma de decisiones, como podrían ser entre otras:

  • Planificación estratégica.
  • Gestión del riesgo.
  • Propiedad intelectual.
  • Actividades de lobby.
  • Due diligences.
  • Socios potenciales.
  • Proyectos de inversión.
  • Competencia desleal.
  • Fraude corporativo.
  • Gestión de la documentación.

Y oponer a estas necesidades un catálogo de servicios que podrían incluir al menos los relativos a:

  • Corrupción.
  • Fraude empresarial.
  • Gestión de la información.
  • Riesgos transnacionales.
  • Conflictos laborales.
  • Prevención de fuga de datos.
  • Protección de información.
  • Contrainteligencia empresarial.
  • Análisis de empresas.
  • Control de la externalización.
  • Responsabilidad Social Corporativa.
  • Background screening.
  • Inteligencia de fuentes abiertas.
  • Redes sociales.

Todo ello con la meta final de conseguir lo que se viene llamando information superiority y que nos llevará a adquirir la anhelada capacidad de decision superiority que ya hemos comentado en otras ocasiones.

Pilar fundamental

En conclusión, se podría decir que la Inteligencia es un pilar fundamental para la toma de decisiones, así como un componente básico de los sistemas de seguridad y, aunque el Ciclo de Inteligencia no es sino la esquematización del proceso cognoscitivo habitual en cualquier persona que se enfrenta a una toma de decisión, no puede estar basado en la aparente intuitivita del proceso.

Así, las empresas, debido a la creciente complejidad de sus medios y objetivos, deben profesionalizar esta capacidad para sacarle la mayor rentabilidad posible y evitar que pudiera llegar a ser incluso una vulnerabilidad explotable por terceros.

La batalla la puede librar cualquiera, pero lo más probable es que el éxito lo consiga el que mejores profesionales y estrategas emplee, y el mundo empresarial no puede permitirse hacer experimentos en los que se pudiera jugar la viabilidad de todo un proyecto por haber dispuesto de un apoyo precario en su sistema de toma de decisiones. Los políticos, empresarios, decision makers o stake holders, deben tomar sus decisiones con el mejor apoyo profesional que puedan permitirse y los profesionales de Inteligencia, en todas sus facetas, disciplinas y especialidades, serán sin duda uno de los mejores y más apreciados apoyos con los que puede y debe contar.

No obstante, aunque el tema de Inteligencia Empresarial, Competitiva o con cualquier otro apellido similar se esté haciendo cada día más necesario y popular, aún no está suficiente maduro como para que –salvo contadas e incipientes excepciones– aparezca como una materia normal de estudio en los prolíficos currículos de los diversos grados y másteres que se imparten en el ámbito económico y empresarial, por lo que sería difícil encontrar entre el personal habitual de la plantilla a expertos analistas de Inteligencia que puedan hacerse cargo del tema con suficientes garantías de éxito. Por lo que la externalización del servicio de Inteligencia, bien dirigida desde la empresa como toda buena externalización que se precie, se nos antoja como una buena solución en la mayoría de los casos.

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